En este artículo donde J. Ratzinger nos plantea y
contrapone estos dos conceptos, es al principio poco claro poder responder la
interrogante sin antes comprender el pensamiento del autor y sus referencias a
estos.
Joseph Ratzinger, no es un pensador sistemático en el
sentido habitual del término, pero sí profundamente orgánico en sus
desarrollos. Los principios de Cristo y de sus correlativos amor, verdad y
belleza nos sirven para circunscribir el pensamiento teológico de Joseph
Ratzinger. Para él la teología ha de beber en la Escritura y la liturgia,
leídas y recibidas en la tradición viva de la Iglesia.
En la teología de Joseph Ratzinger vemos una síntesis
madura de los logros alcanzados por los movimientos bíblico, litúrgico,
ecuménico y patrístico de los años anteriores al Concilio Vaticano II, así como
de la mejor teología del siglo XX. En su pensamiento teológico, los principios
de la Escritura y la liturgia, la persona y la Iglesia, la razón y la teología
de los Padres ocupan un lugar central y estructural. La “experiencia del
concilio” marca de modo profundo su visión teológica. Temas como María, el
ministerio, las religiones o la relación entre la Iglesia y el mundo han de ser
vistos «en la continuidad de la renovación del único sujeto Iglesia», tal como
propuso en su discurso ante los cardenales —ya como papa— del 22 de diciembre
de 2005. Su experiencia como pastor —obispo, prefecto y sucesor de Pedro— le han
ayudado a detectar la llamada «crisis del primer posconcilio», a la vez que le
han ofrecido una mayor amplitud y universalidad a su teología. Se podría decir
que esta se ha “globalizado”. Toda gira en torno a los mencionados amor, verdad
y belleza encarnados en la Persona de Jesucristo.
Ahora bien, en lo relativo al tema que se nos plantea y
teniendo en cuenta el pensamiento del prelado alemán, el mismo inicia haciendo
una aclaración de los términos del artículo que queremos analizar:
“Escatología y
Utopía son dos conceptos muy diversos por origen y contenido. Sólo coinciden en
la idea de un futuro mundo mejor y en el estímulo de la esperanza. Por ello,
para poder compararlos, es preciso en primer lugar aclarar el contenido exacto
de cada una de las dos palabras.”
Ratzinger formula el problema de relaciones entre el
concepto cristiano de la escatología y el concepto filosófico de utopía, desde
ya podemos ver como a pesar de que se plantea un problema hay una relación entre
las dos ciencias que integran perfectamente y podemos decir que el destino de
la filosofía y de la teología nunca está del todo diferenciado, ni en el origen
primero ni en el momento actual. Por lo que con esto ya podemos ir suponiendo
la respuesta a la pregunta en cuestión.
En el artículo analizado vemos como Ratzinger, nos
propone los orígenes y nos define ambos conceptos, sobre la utopía nos dice que
“tiene su origen en la filosofía del
Renacimiento y en Tomás Moro. Es una forma de filosofía política que podría
caracterizarse como platonismo con elementos cristianos. Retoma aquella empresa
de construir un estado ideal, que Platón fue el primero en proponerse.”
Con esto y como desarrolla la idea que lleva a definir
que la utopía es medida ideal de justicia y de derecho que sirve para medir críticamente
la realidad política, finalmente nos dice que “Es una filosofía práctico-política inserta en una trama de pensamiento
ontológico.”
Pero ¿qué es la ontología? Como definición sencilla
podemos decir que la ontología es la parte de la metafísica que estudia el ser
en general y sus propiedades.
Ahora en lo relativo a la escatología nos propone una definición
que reza así: “La escatología, por el contrario, es una expresión de fe.
Apoyándose en la profesión de la resurrección de Jesús, anuncia la resurrección
de los muertos, la vida eterna y el reino de Dios. En realidad, implica una
cierta mezcla de la fe cristiana y de la búsqueda griega de un logos: de una
razón que haga comprensibles las cosas. Es un esfuerzo por expresar la lógica
interna de los asertos cristianos relativos a la vida eterna y a las relaciones
Dios-hombre-mundo.”
Interesante que en este punto nos señala el punto en común
en ambas, la búsqueda de sentido entre las relaciones Dios-hombre-mundo. Y
luego enfatiza la diferencia entre ambas con estas palabras, “la utopía llama al obrar humano dirigido por
la razón práctica, mientras que la escatología se dirige a la paciencia
receptiva de la fe.” E inmediatamente después. “El que
esta diferencia sea superable depende de si fe y razón, recibir y crear, se
hallan mutuamente relacionados e interpenetrados, o no.”
Utiliza Ratzinger cuatro modelos fundamentales parta
expresar las relaciones entre la utopía y la escatología.
·
El Modelo Milenalista. Es una representación que, aunque tiene que ver con la
escatología, no se contenta con ella, sino que construye un duplicado terreno e
histórico de lo ultraterreno y metahistórico. Lo decisivo del proyecto
milenarista es la espera de una situación intrahistórica de salvación, que
supera las posibilidades de la acción política pero que ha de ser provocada con
medios políticos.
·
El Modelo Eclesiástico o de Síntesis. Este se presenta hoy sobre todo bajo la forma de la
teología de la liberación y su atractivo deriva de su cercanía al desarrollo de
los motivos históricos y a la dirección de las realizaciones humanas. Identifica
en este método un ligamen entre ambas “Y aquí radica el lazo entre escatología
y utopía tal como Platón nos lo ofrece: que individuo y comunidad sólo pueden
subsistir sí existe un orden del ser, más amplio que ellos y justo, con el que
puedan medirse y ante el que puedan ser responsables ambos.”
·
La Comunidad Utópica de los Monjes. En este planteamiento Ratzinger considera que la utopía
aparece como parcialmente viable por la fe. Se cita lo que deja como conclusión
en este apartado, “Por más medievales y
monásticas que sean sus expresiones, es innegable que con ello se ha abierto
estructuralmente el camino que lleva a Hegel y a Marx: la historia es un
proceso hacia adelante, en el que el hombre construye activamente su salvación,
la cual no es recognoscible desde la lógica del presente, pero está garantizada
por la lógica de la historia.”
·
El Proyecto Evolucionista de Teilhard de Chardin. Este relaciona la escatología con la teoría de la evolución
y denomina a Cristo como “punto Omega”, relaciona la visión del Nuevo
Testamento con la visión escatológica y con la fe en Cristo. Sin embargo
Ratziger señala que a Teilhard le falta una filosofía histórica y la ausencia
de un programa político concreto y concluye “Sería la fe en la ciencia lo que aquí recibe unos rasgos míticos, con
el peligro de una caída en ese tipo de resignación que consiste en atenerse
exclusivamente a lo manipulable”.
Con lo expuesto el autor, plantea que la función de la
utopía deber ser dilatar el concepto de razón de manera que no plante solamente
cuestiones que tienen prueba empírica. En este contexto, por su parte, la
escatoligía no se considera un “suplemento teológico de derecho penal” en donde
el clero junto con el estado administra sanciones. Esto generaría una reacción
de temor y egoísmo. La escatología se espera que reconozca “como
realidad no sólo el provecho sino los valores y, a partir de ahí, posibilitar
un obrar fundadamente humano. “
Con estos elementos no se encuentran elementos
propiamente contradictorios sino complementarios en muchas vertientes, entre la
escatoligía y el concepto filosófico de la utopía.
Referencias Bibliográficas
La teología de Joseph Ratzinger. Una introducción, Palabra, Madrid
2011, 427 pp.
Joseph Ratzinger. Una biografía (Pamplona 2004)
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